Javier Hernández se unió a la larga lista de deportistas mexicanos que de la noche a la mañana pasaron de ser héroes nacionales a seres despreciables.
Hugo Sánchez, Ana Guevara y otros más son parte de esa lista.
Es curioso que en un país que genera una cantidad microscópica de atletas sobresalientes, estos sean repudiados por las masas en algún punto de sus vidas.
Quizá esto ocurra porque el aficionado mexicano en general idealiza a estos contados deportistas y piensa que son perfectos y que nunca fallarán, lo cual, por supuesto, es un absurdo.
En el caso puntual del Chicharito, regresó a Guadalajara y muchos creyeron que con su simple presencia el ‘súper héroe’ rojiblanco le daría a Chivas el ansiado título.
Y no, obviamente no funciona así, mucho menos en el caso de un futbolista que volvió recuperándose de una durísima lesión y cargando 36 años de edad.
Hay que poner las cosas en su justa dimensión: Chicharito fue un grandioso goleador; hoy es un delantero con experiencia luchando por dar lo mejor de lo que le queda. Nada más.
Quien lo vea así, no se sentirá decepcionado y no tendrá el deseo de abuchearlo.