Al americanismo le gusta ser odiado, tan es así que se siente orgulloso de su emblemática frase “Ódiame más”. Y, tras su reciente y polémico título, es claro que hoy ese odio es muchísimo más grande.
Si a eso sumamos las burlas de Quiñones al festejar un gol, las nada diplomáticas declaraciones de Henry Martín, quien dio a entender que hoy el antiamericanismo está llorando, o las de Azcárraga, quien calificó como un “pretexto” de sus opositores el polémico penal marcado a Rotondi, o las de Santiago Baños, quien dijo que le valen mad*** las críticas por este controvertido campeonato, pues entonces ese odio tiene muchas más vitaminas.
Y si a eso agregamos que en la opinión pública aumentó la creencia de que el América es campeón porque le robó al Pachuca, Chivas y Cruz Azul, el termómetro del odio debe estar en sus puntos más altos.
El problema para el América y el americanismo es que un día, cercano o lejano, van a perder y cuando llegue ese día deberán estar preparados para la tormenta de burlas que se les vendrán encima, y conscientes de que fueron ellos quienes las provocaron, incluidos directivos, jugadores y aficionados.
Mientras llega ese día, el América y el americanismo pueden sonreír porque lograron que hoy los odien más, muchísimo más.