En varias ocasiones, he comentado que la crisis que vive la Selección Mexicana se debe, en gran parte, al exagerado número de extranjeros que juegan en la Liga MX, pero al margen de lo anterior, es claro que también, desde hace muchos años, en el Tri, no hay futbolistas de esos que llamamos “distintos”.
Extraño a personajes como Jorge Campos o Cuauhtémoc Blanco, tan solo por nombrar un par. Más allá de sus cualidades futbolísticas, ambos tenían una personalidad diferente, eran auténticos y eso impactaba en la cancha.
Campos era un completo desvergonzado, en el mejor sentido de la palabra, y eso le permitió ser un tipo adelantado a su época.
Cuauhtémoc, por su parte, tenía un carácter indomable que se agigantaba en las circunstancias más adversas. En la cancha era lo inteligente que no es fuera de ella.
Desconozco a qué se deba la carencia de esos futbolistas “distintos”, quizá sea un tema generacional, pero el caso es que llevo años viendo a futbolistas robotizados y sin corazón.